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Martín Morúa Delgado, autor de la Enmienda que imposibilitaba la formación de partidos racialesMartín Morúa Delgado
1856-1910

An AfroCuban leader after whom the ibero spanish named the Ley Morúa, which outlawed the Independents of Color and lead to the the 1912 Massacre:

"No se considerará en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una sola clase con motivo de nacimiento, riqueza o título profesional".

The Ley Morúa was an early example of the practice of accusing people of African descent of practicing racism when they are defending their rights as it outlawed parties that built their membership based on race, thereby targeting the Independents of Color, who actually had white members, but were largely composed of AfroCuban veterans of the wars of liberation from Spain. Given that Liberation Army members was 85%+ of African descent, their marginalization after independence led to politics that were naturally anchored in racial identity.

It should be noted that some observers, including Eugene Godfried, have called for a re-evaluation of Morúa's role. He is best known for having drafted the Ley Morúa, but he was also very active in other spheres.

"Martín Morúa Delgado was a friendly rival to Juan Gualberto Gómez in the "Afro-Cuban intelligentsia," putting forth the idea that mulattoes belonged to a new race, distinctly different and "midway" between blacks and whites.

Aline Helg in Our Rightful Share: The Afro-Cuban Struggle for Equality, 1886-1912: "Although he denied establishing a hierarchy among individuals based on the "external accident" of skin color, he nevertheless implied that there was a positive evolution from the full black to the mulatto. If Afro-Cubans continued to refer to themselves as the raza de color, he thought, they would acknowledge the inferior condition that was imposed upon all of them during slavery." -- www.historyofcuba.com/history/race/Delgado.htm


Monument in Cienfuegos dedicated to Morúa Delgado with this plaque:

Don Martín Morúa Delgado, proclamado "Ciudadano Eminente" por la ley No.6 del 13 de junio de 1956. La Comisión Nacional del Centenario. El alcalde municipal, el ayuntamiento y el pueblo le erigen este busto de consagración histórica. Las naciones se consolidan por el recuerdo. Sus grandes hombres, la historia manda. Palmira, 17 de agosto de 1957.


There is as of 2011 no comparable bust or monument to any leader of the Independents of Color.

It can be noted that it is still fashionable today, among both dissidents and some highly placed Cuban officials, to characterize the Morúa amendment as a move against racism in Cuba which was being fed by US Southern Segregationist practices. Quite simply, this denies the historical context of the legislation, which was part of a series of moves against the Independents of Color that resulted in their massacre.

Enmienda presentada por el senador M. Morúa Delgado, y debate y resolución sobre la misma en sesiones de los días 11 y 14 de febrero de 1910

Nota de Victor Fowler:

El tiempo pasa y perdemos cuenta de la acumulación. Resulta que hace años fotografié las discusiones en las que fue aprobada la célebre “Enmienda Morúa”, propuesta legal que tanto comentario ha movilizado. Las fotos aquellas tenían tal pésima calidad que igual hubiese sido copiar a mano el documento. Ahora, gracias a la generosa contribución de ese caballero puro que es Alejandro Zamora Montes, dispuse de buenas fotos, las pasé por un programa de reconocimiento óptico, las corregí durante varias días y aquí, finalmente, les va el texto.

Para hacer las coincidencias perfectas, resulta que la semana próxima habrá un encuentro donde se hablará del Partido Independiente de Color y, como es obvio, de la Enmienda Morúa. Estimo que un buen apoyo para que la ciencia florezca va a ser tener a mano este documento lleno de sutilezas. Hecha esta parte, lo que me queda, para otro momento, será escribir sobre lo que en ese par de días, en febrero de 1910, se expuso, se dejó entreveer, se coordinó y finalmente sucedió.

Me gustaría mucho escuchar a historiadores y juristas valorando estos debates de ayer y más.

 

ENMIENDA PRESENTADA POR EL SENADOR M. MORÚA DELGADO, Y DEBATE Y RESOLUCION SOBRE LA MISMA EN SESIONES DE LOS DIAS 11 Y 14 DE FEBRERO DE 1910
HABANA
IMPRENTA. PAPELERIA Y ENCUADERNACION DE RAMBLA y BOUZA
Pl y MARGALL NUMEROS 33 Y 99

AL PUEBLO CUBANO
Para que la opinión pública no sea extraviada, y a fin de que los cubanos todos sepan a ciencia cierta la verdad de lo ocurrido, y de ese modo se les facilite la manera de formar juicio exacto de la enmienda propuesta al Senado por el Senador Martín Morúa Delgado, se da íntegra a la publicidad, así como los incidentes del debate y la resolución de que fué objeto en aquel alto Cuerpo Colegislador.

SESION DEL DIA 11
Hallándose en discusión el proyecto de Ley presentado por el Senador Martín Morúa Delgado, Presidente del Senado, y los Senadores Antonio Gonzalo Pérez y Tomás A. Recio, modificando varios artículos de la Ley Electoral vigente, y aprobado por el Senado el artículo 19, conforme a la ponencia del Senador Antonio Sánchez de Bustamante, de la Comisión de Justicia y Códigos, propuso el Sr.Morúa Delgado la siguiente enmienda adicional al artículo 17 de la expresada Ley Electoral, como sigue.

Sr.PRESIDENTE(MORÚA DELGADO) : Hay presentada a la Mesa una enmienda adicional a uno de los artículos de la Ley Electoral.

(El Oficial, Sr. Villar, leyendo) :

AL SENADO:
Por cuanto la Constitución establece como forma de gobierno la republicana; inviste de la condición de cubano a los africanos que fueron esclavos en Cuba, y no reconoce fueros ni privilegios personales; Por cuanto la forma republicana establecida por la Constitución instituye el Gobierno del pueblo por el pueblo, sin distinción por motivo de raza, nacimiento riqueza o titulo profesional;
Por cuanto los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia a constituir por sus propios miembros un gobierno que desarrolle en el país sus doctrinas políticas y administrativas;

El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución y a la práctica del régimen repúblicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivo de raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene el honor de proponer al Senado la siguiente Enmienda adicional al artículo 17.o de la Ley Electoral:

(5) No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna asociación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo del nacimiento, la riqueza o el título profesional.
Senado, 11 de Febrero de 1910.
Martín Morúa Delgado.

SR. PRESIDENTE (MORÚA DELGADO,) : ¿Me hace el favor el señor Laguardia de ocupar la Presidencia?
(ElSR. LAGUARDIA ocupa la Presidencia).

SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.

SR. CISNEROS : La pido para después.

SR. MORÚA DELGADO:Señores Senadores: Mi propósito al presentar esta enmienda al tiempo de discutirse la que se ha propuesto modificando la Ley Electoral, es en el fondo el mismo que ha movido al señor Antonio Gonzalo Pérez a pedir la urgencia de esta discusión, temiendo que no haya tiempo bastante para que, aprobado aquí el proyecto de modificación, lo tenga también luego la Cámara de Representantes para concurrir o no con nuestra aprobación.

Y si llegara ese caso, si yo dejara esta proposición para que se discutiera con la otra parte dividida por el señor Bustamante al informar al Senado en la ponencia de esta tarde, correríamos el riesgo, por lo menos yo que hago la proposición, de que fuera tarde para ser incluida en la otra parte, que trata del sistema de votación.

En síntesis, pretendo, al hacer esta proposición, lo que dice el preámbulo que le he agregado, para que se vea desde el primer momento el interés que a ello me mueve. Creo perfectamente inconstitucional la agremiación política, la organización de cualquier partido, su existencia en nuestra República, siempre que ese partido tienda a agrupar a los individuos por motivo de raza o de clase, siempre que esa clase no contenga en sí los elementos étnicos todos de que se compone la sociedad cubana.

He tenido mucho cuidado en salvar el derecho indiscutible que tienen los cubanos de organizar un Partido Obrero. No se trata de la clase de trabajadores, entre los cuales se hallan comprendidos los hombres de ambas razas, y el fin que persiguen es verdaderamente democrático y moralizador. En la clase obrera entran todos los elementos de que nuestra sociedad se compone, y se defiende el derecho que el trabajador obrero estima hollado. Los principios que propaga, las doctrinas que defiende y quiere ver realizadas en la administración pública, son progresos que demanda y por los cuales lucha para beneficio del obrero y para beneficio de la nación en que el obrero
se desenvuelve.

No veo ninguna de estas ventajas en la organización, y mucho menos en la existencia de un partido por motivo de raza. Desde el momento en que en cualquiera de los partidos existentes se le negara la entrada, el ingreso a un individuo de color, merecería para mí el concepto de antipatriótico, porque vería en ello la exclusión de un elemento importantísimo del país cubano, al cual no es posible que razonablemente se descuente. Muy buen sentido han tenido hasta ahora todos los que se han empeñado en obra de organización política, al no hacer semejante cosa, porque hubieran incurrido seguramente en un absurdo imperdonable; y no solamente no lo han hecho, sino que a juzgar por los actas que han realizado y que se han exteriorizado por todos los individuos jefes de partido político, ni siquiera han pensado en excluir a determinados elementos sociales. Muy por el contrario, he visto siempre el empeño de contar con el mayor número de individuos de la sociedad, con el fin de que el partido tenga el mayor volumen, la mayor potencia electoral y pueda, desde luego, constituir gobierno y administración que desarrolle sus doctrinas é implante sus principios.

No he podido comprender el empeño, la razón patriótica que tengan los que intentan mantener en nuestro pueblo un partido por razón de raza; yo no dudo que los que eso hacen entiendan que en el fondo va la bondad de su pensamiento; pero una cosa es creer que un pensamiento es saludable, y otra es que la salud no parezca por ninguna parte. Y como yo presiento que de seguir las aguas por ese cauce crecería el río de manera que pudiera ahogarnos a todos, es por lo que intento quitarle valladares para que se extienda y riegue la campiña y fertilice el llano y haga el fruto sano y abundoso; que nos confundamos todos en todos los partidos, y que no haya en la nación un ciudadano que no viva para sus conciudadanos; que no haya restricción ninguna para servir al país en su partido, y desde luego, cese la existencia de cualquiera que haya, en el cual se pongan obstáculos a otra persona que con los mismos ideales quiera formar entre sus filas. Yo no discuto principios, ideas, doctrinas; propáguense las que se quiera; tengo ya el hábito de no asustarme por las ideas de nadie, y aun me parece mejor desatar la vena, quesalga y se precipite cuanta cerebración exista; cualquiera idea que venga así, parezca lo más absurdo que pudiera parecer, es a mi juicio conveniente que se conozca, que se discuta, que al fin y al cabo el convencimiento vendrá, de una manera o de otra; pero no puede venir nada bueno para la sociedad nuestra de las agrupaciones políticas por motivo de raza. Harto desgracia hemos tenido con las preocupaciones que nos han separado en muchos casos; harto desgracia, además de la nacional que hemos sufrido en nuestra vida política, las intervenciones, enmiendas a nuestra Constitución y determinaciones que se quieren imponer a nuestra sociedad, para aumentarlas ahora con una nueva, que no sé si aquellos que han tenido interés en crearnos dificultades, se sienten satisfechos por esa nueva que vendría a estorbanos el paso a la libertad a que todos propendemos.

Yo ruego al Senado que sin apasionamientos piense en los propósitos de esta enmienda, que en nada infringe la Constitución, que nos ampara a todos y noaconseja divisiones y recelos, siempre perjudiciales.

Si siquiera hubiera una doctrina nueva en cualquiera agrupación, en cualquier asamblea de las que han surgido últimamente con el carácter de división de razas, una idea nueva, algo que no se propusieran los demás partidos, algo que no se pudiera alcanzar dentro de los demás partidos, santo y bueno; yo pertenezco a esa raza—y ahora sí, señor Cisneros, que me honra pertenecer a ella, como no me honraba el otro dia ser pobre—me honra la pertenencia a esa raza, y vería con mucho gusto, y defendería con toda mi alma, con toda mi energía, cualquier cosa que viniera a engrandecer a esa raza a que yo con honra pertenezco. Pero lo que no viene a traernos enaltecimiento y sí depresión; lo que no viene a traernos nada bondadoso y sí mucha maldad: lo que no viene a traernos lo que todos los cubanos trabajamos por alcanzar : el afianzamiento de nuestros derechos y nuestra independencia nacional, y sí ponerla en peligro, incontestablemente, no puedo mostrarle mi conformidad; porque no sólo como hombres de color sino como cubanos, vendría a colocarnos de tan mala manera, a someternos a tan mala suerte, a disminuirnos de modo tal, que quedaríamos en peor condición que aquella de que por el esfuerzo de todos los cubanos, blancos y negros, hemos salido. Volver a eso de una manera o de otra, sería un retroceso imperdonable ; y donde hay un Congreso que desde que se constituyó la República no he hecho otra cosa que procurar su engrandecimiento sería vergonzoso que ahora, a la hora de consolidar nuestros derechos, fuésemos a concurrir con los que quieren que nuestros desaciertos nos lleven a la perdición de nuestras aspiraciones más altas.

He hecho estas consideraciones, porque he creído que debía explicar mi enmienda, aunque entiendo que la Proposición en su preámbulo y su disposición dice bastante. Si se agrega ese párrafo al articulo 17o de la Ley Electoral, en que trata de la organización de las Juntas Electorales, los partidos que tengan ingreso allí como tales partidos, serán los que después de ser examinadas sean reputadas corporaciones con autoridad bastante para intervenir en la cosa pública; y no admitiendo a los que tengan determinada composición, a los que en su creación no llenen lo que esa enmienda se pide, quedarán descartados como lo merecen, por atentatorios a la estabilidad de la República.
Sr. Cisneros :Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el Sr. Cisneros.

SR. CISNEROS : Tengo primero que hacer mención a la alusión que ha hecho el señor Morúa Delgado. Yo creo, señores Senadores, que acudir a cualquier función un Senador en pesetero no lo deshonra.....

SR. MORÚA DELGADO : No, Marqués, el ser pobre lo que no dá honra.

SR. CISNEROS: Ni el ser pobre ni el ir en pesetero desmontarse en la esquina por no hacerlo en la puerta de Palacio. Yo, con mucho gusto, y mucha honra me desmonto en la misma puerta de Palacio yendo cualquier función de la República....

SR. MORÚA DELGADO : Eso no es, Marqués—

SR. CISNEROS : Permítame continuar. Deshonra es para el Senado que aquí se toque una cuestión de razas. Yo no puedo aceptarlo; creo que para el Senado todos los individuos son iguales. La cuestión de razas la creo perjudicial é impertinente, y no quisiera que aquí en el Senado se hablase de diferencia de razas. Nosotros en la Revolución, donde eran más los de color que los blancos, nunca tocamos la cuestión de razas, porque para nosotros todos los individuos que peleaban eran iguales. De consiguiente, yo suplicaría al señor Morúa que retirase su Moción, porque no es posible que nosotros, la primera sociedad, la más alta sociedad de la República, podarnos tratar de una cuestión perjudicialísima al país.

SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el señor Morúa Delgado.

Sr. Morúa Delgado : Yo, al Sr.Cisneros, que le conozco mucho, que he hecho con él vida de compañeros en la emigración, donde estuvimos muchos años.

SR. CISNEROS: Pobres los dos; muy pobres.

SR. MORÚA DELGADO : Muy pobres los dos—no le he notado nunca,—ni siquiera pensó en ello,—diferencias de ninguna clase. Yo, que sé que el señor Cisneros es un demócrata de pura sangre, por temperamento; yo que sé que él es incapaz de autorizar, por ningún concepto, nada que venga a dividir a los cubanos. quiero lo mismo que él quiere, quiero exactamente lo mismo que él pide y se pide en ese proyecto. Pero no podemos quitamos la calentura sin tomamos el pulso y ver que la hay, y en habiéndola, con no hablar de la calentura el enfermo no se pone bueno.

SR. CISNEROS: Si no hay médico, no hay enfermos.

SR. MORÚA DELGADO:El médico y las medicinas están ahí; y cata es la única manera de que podamos curar al enfermo. No es posible ocultar las llagas sociales. si las hay, aunque en el Senado, o en otro Cuerpo más alto, si es posible que lo haya, no se trate de los males sociales; los males sociales, si existen, ahí están, Hasta que los curen; y no se rebaja en nada el Senado al hablar de la cuestión de razas, si la cuestión de razas existe.

SR. CISNEROS: No existe.

SR. MORÚA DELGADO:Lo que debemos es buscar la manera de que no exista y de que, si no por la educación hasta ahora, por lo que va a venir y por la coerción de las leyes, se acostumbren los cubanos todos a pensar como piensa el Sr.Cisneros; que cuando una cosa no nace en la escuela, desde el principio, se va implantando, como ahora sucede, a medida que los demanden las circunstancias; a ese cambio de temperamento que comenzamos a tener aquí desde que cesó la esclavitud y que hemos arraigado desde que se constituyó la República; si a eso podemos auxiliarlo con leyes que, como ésta, vengan a quitar de la mente de los que pudieran tenerlas, ideas de esas que el Sr.Cisneros no quiere que se traten, es conveniente que lo hagamos ; no hay nada de pecaminoso en ello, por el contrario: esa es la escala para llegar a la altura en que se encuentra el Sr.Cisneros.

SR. CISNEROS : Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (LAGUARDIA) : La tiene el señor Cisneros.

SR. CISNEROS: Puede decirse que es axiomático que en una casa en que entre un médico, todo el mundo se enferma. De consiguiente, donde no hay médico,pocas son las enfermedades. Y yo creo que mi compañero y mi íntimo amigo el señor Morúa Delgado me complacerá no revolviendo ese caldo. No hay duda de que en todas partes hay individuos, hay doce, quince, veinte o mil, que piensen quizás como él indica; pero yo niego que aquí haya cuestión de raza; no la hubo en Cuba Libre, y no la puede haber en la República de Cuba.
Por consiguiente, yo digo al señor Morúa, y le llamo la atención, que lo mejor es no menear este caldo.

12
SR.PRESIDENTE (LAGUARDIA) : Yo desearía tomar parte en la discusión.¿Quién me sustituye?
(Varios señores Senadores: El señor Recio, como de más edad). ¿Se acuerda que sea el señor Recio que no ha tomado parte en esta discusión?
(Signos afirmativos).
(Ocupa la Presidencia el señor Recio).

SR. LAGUARDIA: Yo desearía que se leyera primero elartículo diez y siete de la Ley, al que se propone la Enmienda.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : EL Oficial de Secretaria va a dar lectura al artículo solicitado.
(El Oficial, señor Villar, leyendo):

Artículo 17.—Compondrán la Junta Central Electoral:

(1) El Presidente del Tribunal Supremo de Justicia o quien legalmente le sustituya, que será el Presidente de la Junta ;
(2) El Magistrado más antiguo, en ejercicio, de la Audiencia de la Habana;
(3) Un catedrático titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana; designado por los de aquella Facultad; y
(4) Dos miembros de partidos políticos, nombrados, en la forma que más adelante se expresará, uno por cada uno de los dos partidos políticos que en las elecciones generales últimamente verificadas, hubieren obtenido mayor número de votos para Representantes. Estos dos miembros deberán haber sido, con anterioridad a su designación, Senadores, Representantes, Magistrados, Decano o Presidente del Colegio de Abogados de la Habana, Rector o Catedrático de la Universidad de la Habana, o Abogados con más de cinco años de ejercicio.

SR. LAGUARDIA : Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Laguardia.

SR. LAGUARDIA : Había pedido la lectura del artículo para darme cuenta de la congruencia de la enmienda, porque realmente no lo recordaba, y a mi juicio, salvo mejor parecer, encuentro que la enmienda no es congruente; pero éste es un punto que no tiene importancia ninguna.

Al pedir la palabra, empiezo por hacer constar que es contra de la Enmienda ; pero debo empezar también por hacer constar de la manera más cordial y verdadera, mi felicitación al señor Morúa Delgado por el acto, a mi juicio de verdadero valor cívico, que en este momento realiza.

Como el señor Morúa, comprendo los peligros de esa situación, que todos conocemos y que nadie tiene inconveniente en designar por su nombre. He venido combatiendo esa tendencia a formar un Partido de raza, dentro del estrecho círculo en que me muevo, dedicando a ello una serie de artículos, más de diez, publicados en un periódico de Guanabacoa, que me trajo bastantes disgustos y bastantes mortificaciones, pues por esa campaña se me ofendió frecuentemente por los que combatían mi doctrina. En ellos me empeñaba en demostrar a la raza de color que no era ni patriótico ni conveniente para ella esa tendencia.

Ello, no obstante, me opongo a la enmienda porque la considero anticonstitucional; porque encuentro que no es el remedio; y porque no corresponde a los principios democráticos que informan el Partido Liberal, al cual pertenecemos.

La Constitución dice en su artículo 25: “Toda persona podrá libremente, y sin sujeción censura previa, emitir su pensamiento, de palabra o por escrito, por medio de la imprenta o por cualquier otro procedimiento; sin perjuicio de las responsabilidades que impongan las leyes, cuando por algunos de aquellos medios se atente contra la honra de las personas, el orden social o la tranquilidad pública”. Hay otro artículo, el 28, que determina que: “Todos los habitantes de la República tienen el derecho de reunirse pacíficamente y sin armas, y el de asociarse para todos los fines lícitos de la vida”. Además, el artículo 36, dice: “La enumeración de los derechos garantizados expresamente por esta Constitución y otros que se deriven del principio de la soberanía delpueblo y de la forma republicana de gobierno”.

Esos tres artículos, especialmente el último, envuelven una demostración de que los derechos del pueblo y de cualquiera de los individuos del pueblo, soncompletamente amplios para poder asociarse y expresar sus pensamientos y para constituir cualquiera agrupación que nazca de su soberanía.

Entiendo, pues, que resultaría violada la Constitución al impedirse a alguien que se constituyera en Partido político para encaminarse en cualquiera dirección, aún cuando sea en la de obtener el triunfo, la superposición de una raza sobre otra. Entiendo que ese es un derecho inviolable e indiscutible, al cual no podemos oponernos. Entiendo que será una desgracia, que será muy perjudicial para la raza de color sobre todo, la formación de ese Partido. Entiendo que no recibirá ventaja de ninguna clase, si no, antes al contrario, perjuicios; pero, a pesar de ello, mi respeto a la Constitución, a los principios democráticos y a los derechos individuales,—aunque enalteciendo como merece la actitud del señor Morúa—me obligaría, en este caso, a votar en contra de su Enmienda.

SR. MORÚA DELGADO: Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Morúa Delgado.

SR. MORÚA DELGADO: El señor Laguardia encuentra, en primer lugar, que no es congruente la Enmienda. A mi juicio se equivoca el señor Laguardia.

El artículo diez y siete, que él mandó a leer, es precisamente el que encomienda a la Junta Central, la primera de las que se trata en la Ley para la constitución de todo el mecanismo electoral, la admisión de dos miembros de Partidos políticos en la composición de las Juntas. Si en ese momento la Junta tiene delante la composición de los Partidas y cómo deben ser, seguramente no admitirá al representante de un Partido que no llene las formas legales. Y este el único lugar, o el que, por lo menos, me parecía mejor en toda la Ley Electoral,—para definir, desde ese punto de vista, lo que hubiera de entenderse por Partido, a fin de que se sepa a quiénes debe admitirse como representantes de ellos.

De manera que donde aquí dice que se admitirán dos miembros por cada Partido político, nombrados en la forma que más adelante se determina,—y la forma que más adelante se determina es la designación por medio de las Asambleas de cada Partido, etc., etc.—es el lugar en que debe decirse,—porque es la primera admisión de representantes de los Partidos políticos—cómo son esos Partidos y cuáles los representantes que por ellos deben admitirse. De manera que me parece perfectamente congruente la Enmienda, porque ahí cabe, y no estorba.

Además, el señor Laguardia cree que la proposición es inconstitucional, y ha tenido en cuenta, al sostenerlo, dos o tres artículos que, con el perdón del señor Laguardia, esos sí que no me parecen congruentes.

Una de las bases de la enmienda es precisamente el artículo once de la Constitución, donde se declara que no se reconoce privilegios entre los ciudadanos de la República; y la diferencia se establece no así como quiera, sino nacionalmente con la constitución de un Partido político que no admite a determinados ciudadanos por razón de su color o de su raza. Y yo tengo de los Partidos políticos una idea tan grande, que creo que son realmente el súmum de la civilización, de los productos que la civilización actual nos ha dado; para mí lo más grande de todo lo que compone una sociedad es un Partido político. Cada vez que hombres libres, conscientes de sus derechos, se reúnen y disponen de todas sus facultades y de sus derechos todos en conjunto y le dan su representación a un individuo, y ese individuo los representa en todo, los defiende en todo, y no reclaman por sí, sino que dejan que sea su jefe quien lo haga todo, considero que se ha llegado o tener una confianza grande no sólo en el derecho que se posee, sino en aquel en quien se deposita y en el fruto que va a recogerse; todo ello difundido en la sociedad. En el Partido político se discute todo, se determina todo, se buscan todas las reformas, todos los mejoramientos; es el Partido político,—o por lo menos tiene el propósito de ser—el árbitro de la sociedad, el que la levanta,—y debemos creer siempre que la levanta, porque ningún Partido se crea para deprimir, para hacer descender a una sociedad, pues todos hacen por levantarlo. De manera que creo que en el Partido político se puede hacer todo lo que va a perjudicar o lo que va a enaltecer a una sociedad; y si en aquel Partido—que es como dije antes, a mi juicio, el árbitro de la sociedad—no se dá cabida a determinado elemento, ciudadanos con perfecto derecho, vean si tienen razón a quejarse, a lamentarse, a procurar que no exista, aquellos elementos que se ven rechazados, competidos a no entrar allí donde tanto bien pueden procurar a su patria.

Que por razón de ideas no se admita en un Partido más que a determinado número de individuos, importa poco; es la idea la que quiere abrirse paso y elque no sea partidario de ella no es natural que pertenezca a ese Partido. Pero que se separe a tal individuo porque tenga más o menos coloreada la piel, puede cansar el descendimiento de una sociedad, la caída de una nación. Si la Constitución nuestra amparara eso, pediría que la Constitución se modificase para que no autorizara semejante enormidad.

No hay, pues, en cuanto a lo demás, nada de fondo que yo deba combatir, porque me parece perfectamente constitucional; no restringe ni enmienda nada los principios que la Constitución propaga, ¿Por qué los va a restringir? A nadie se le quita el derecho de emitir su pensamiento.

Yo estoy cansado de decir—salvo injurias y punibles incorrecciones en que no pienso incurrir,—todo lo de doctrina, todo lo de principios, y más que todo loque se ha dicho en esa organización de raza, todo lo he dicho yo en todas partes, lo han dicho todos los que hemos salido a propagar en los tiempos electorales la preeminencia de nuestros Partidos. Nada nuevo se dice ahí ni habría por qué temer a nada de lo que ahí se dice, a lo que sí hay que temer es a que determinada raza se congregue para decirlo, y con espíritu de exclusivismo mantenga determinado credo; porque de donde viene lo que el Sr.Laguardia y todos tememos.

Yo le agradezco la consideración que hizo al atribuirme civismo y no recuerdo qué otra cualidad halagadora...

SR. LAGUARDIA : Patriotismo.

SR. MORÚA DELGADO: No hay en ello, a mi juicio, cuestión de civismo. He presentado una enmienda que resuelve un tremendo problema, que evita la posibilidad de una situación pavorosa que amenaza a nuestra patria. Creo que debo hacer esto y lo hago, lamentando mucho que el Sr.Laguardia nos anuncie su voto en contra; pero esperando todavía—porque he oído que el Sr.Gonzalo Pérez ha pedido la palabra,—esperando todavía, repito, que si no la mía, difícil é inelocuente, la otra, sabia y fácil, de esas que penetran en el cerebro y predominan, le convenza de que debe unir su voto al de todos los demás Senadores—de los cuales lo espero favorable—para que esa Enmienda pase, y procurar por ese medio salvar el precipicio a que imprudencias temerarias quieren llevarnos.

SR. LAGUARDIA: Pido la palabra para rectificar.

SR. GONZALO PÉREZ : Yo la había pedido antes.

SR. LAGUARDIA : Si el señor Gonzalo Pérez lo desea, le cedo el uso de la palabra.

SR. GONZALO PÉREZ: Se lo agradecería, porque usted va a rectificar y así puede hacerlo también de lo que yo diga.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : Tiene la palabra el señor Gonzalo Pérez.

SR. GONZALO PÉREZ: Con mucho gusto cedería mi turno al señor Laguardia si no creyese conveniente para el señor Laguardia y para los demás compañeros, que él hablase después que yo, porque las rectificaciones, como su nombre lo indica, no tienen otro objeto que rectificar los errores cometidos por el que habla o por su contradictor; y si se consumen los dos turnos en contra antes de que otro consuma un turno en pro, no cabría hacer esa rectificación.

Desde luego, abundo en los mismos motivos que tenía el señor Laguardia para elogiar la conducta del señor Morúa, pues entiendo que el primer deber de todo legislador, es precaver o prevenir los males sociales del país para que legisla. Y si en un momento determinado de su historia asoman males socialesque necesiten remedio, faltaría a su deber el legislador que por contemporizaciones indebidas o por otros motivos, no levantara su voz, aunque fuese oída con desagrado por algunos para evitar en la medida de sus facultades, lo que él preve como motivo de desorganización o de ruina para el país que representa.

Yo creo primeramente que toda agrupación política que en nuestra tierra se funde o establezca por razón exclusivamente de la raza o color, es una agrupación política que perturba el orden social y la paz pública porque, si no de momento, a la larga, esas agrupaciones constituidas de esa manera serán fuente de disturbios sociales, que empiezan por alterar la paz moral y acabarían, desgraciadamente, por perturbar la paz material, llevando al Estado a una guerra social, haciendo imposible la vida de la civilización y dando al traste con las conquistas realizadas por las revoluciones.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : Perdone, señor Gonzalo Pérez.
Señores Senadores: Va a dar la hora reglamentaria y me parece discreto consultar al Senado, aprovechando la interrupción que ha hecho el señor Gonzalo Pérez, si resuelve que se prorrogue la sesión o si se termina a la hora reglamentaria.

SR. LAGUARDIA: Propongo la prórroga de la sesión hasta que se acabe esta discusión.

SR. CISNEROS: Yo pediría algo más que eso, porque yo deseo hacer unas manifestaciones después que se concluya la discusión.

SR. PRESIDENTE (RECTO): ¿Entonces el señor Cisneros se adhiere a lo que propone el señor Laguardia, agregando que desea que se le conceda la palabra después para hacer algunas manifestaciones al Senado?

SR. CISNEROS : Sí, señor.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : ¿Están conformes los senadores con ambas proposiciones?
(Señales afirmativas).
Acordado.
Continúe el señor Gonzalo Pérez.

SR. GONZALO PÉREZ : Y refiriéndome a lo de la inconstitueionalidad de la proposición del señor Morúa Delgado, entiendo que no hay tal inconstituciónalidad.

Nuestra Constitución consagra el mismo derecho a todos los ciudadanos, sin tener en cuenta para nada, la raza, el color, la clase o la profesión; pero la Constitución no autoriza a los ciudadanos para que se constituyan en agrupaciones políticas de carácter racista que necesariamente tienden a perturbar el orden social; y si aquí se constituyese un partido anarquista, con el propósito determinado de difundir las doctrinas anarquistas, creo que sería el señor Laguardía el primero en levantarse y pedir a los Poderes Públicos,—y si él no lo hiciese lo pedirían otros, porque el orden social está garantizado por la Constitución,—la disolución de ese partido, por constituir un peligro para el orden social y para la estabilidad de las instituciones. Y si las agrupaciones anarquistas no habrían de constituirse, si no se consienten en las otras Repúblicas, de régimen democrático, eso le demuestra al señor Laguardia que la Constitución, que ampara la libre emisión del pensamiento y de la palabra, no autoriza ni ampara agrupaciones o asociaciones con fines ilícitos, inmorales o perturbadores del orden social.

En los Estados Unidos, país clásico de la libertad, de donde pudiera decirse que ha tenido su origen nuestra Constitución, porque del Código Fundamental de aquel gran pueblo se tomaron muchos preceptos de los que figuran en el nuestro, se ha declarado por el Tribunal Supremo inconstitucionales las grandes combinaciones del capital y del trabajo como peligrosas para el bienestar de la nación; y siguiendo las doctrinas del señor Laguardia, no sería posible impedirle a un ciudadano rico que de acuerdo con otro ciudadano rico, procurara enriquecerse más y más a costa de las miserias y de las lágrimas de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Y si esto es más peligroso en un país como el nuestro, por circunstancias especiales, por su situación geográfica, por su arrastre del pasado, no debemos permitir la constitución de esos partidos que se constituyen, según se pregona públicamente, para organizar un gobierno exclusivamente de una casta, de una raza, de un color, en contra de otra casta, de otra raza y de otro color. De consentirlo, entiendo que eso sería el comienzo de una discordia intestina, que aca baría en una guerra de razas, y debemos evitarlo con todas nuestras energías, en beneficio de todos y muy especialmente de la misma raza de color.

Nuestra Constitución, en su artículo 26, al referirse a la libertad religiosa y al ejercicio de cultos, dice: “sin otra limitación que el respeto a la moral cristiana y al orden público”. Vea, pues, el señor Laguardia, como cada vez que nuestra Constitución ampara derechos, los ampara como tenía que hacerlo, dentro de los principios, del orden social y de la moral pública. No puede haber Constitución alguna que autorice, en espíritu o letra, la formación de agrupaciones que perturben el orden social, y nada ahonda más las diferencias sociales, ni recrudece tanto los odios, como la lucha de razas.

Por eso aplaudo la conducta del señor Morúa Delgado, porque con civismo, que deberíamos todos imitar, se levanta esta tarde para denunciar como peligrosa para la República la constitución de agrupaciones por cuestión de raza o de color, y no de principios o ideales.

Pero aunque estoy conforme en principio con la moción del señor Morúa, me voy a permitir presentarle una enmienda, dejándola reducida exclusivamente a las agrupaciones por cuestión de raza y de color, no haciéndola extensiva a determinada clase por cuestión de nacimiento, de riqueza o profesión, porque no es fácil que esto suceda, y porque aunque se fundasen no entrañan el peligro que la otra. En cambio, se están constituyendo ya por cuestión de raza o de color, induciendo a elementas sencillos de nuestra sociedad, a hombres amantes del orden social, a muchos que fueron compañeros de fatigas de nuestros héroes en nuestras guerras de independencia y de libertad, para que realicen actos que perturben el bienestar social, haciéndoles creer en la posibilidad de que en Cuba puede haber un partido negro que gobierne con exclusión de la raza blanca, su compañera de sacrificios en las días azarosos y que debe serlo de gloría en los días bonancibles.

Unidos a sus compañeros de nacionalidad, de trabajos y de fatigas, a los blancos, agrupados en las diferentes asociaciones políticas constituidas o que pudieran constituirse, contribuirán grandemente a elevar la situación moral de ellos mismos y la situación económica y moral de la República, alcanzando la participación en los asuntos públicos que les corresponda con arreglo a su cultura: y miembros distinguidos de esa raza a nuestro lado se sientan y nos presiden. Esto demuestra que entre nosotros no hay prejuicios de raza ni de color, y que damos nuestro voto y nuestro aplauso al hombre que por sus virtudes y por sus merecimientos se hace acreedor a ellos, sin tener para nada en cuenta el origen de su nacimiento, ni el color de su rostro.

Y si esto es una verdad ¿no sería perturbador, no sería censurable que el Congreso cubano no atajara, con el aplauso de la misma raza de color, los males que algunos individuos descarriados tratan de arrojar sobre esta sociedad? ¿No es conveniente y patriótico atajar esos males por medio de una ley que cual dique salvador para esa raza, para la sociedad cubana, impida la propaganda racista? Yo así lo entiendo, y por eso apoyo la Enmienda del señor Morúa Delgado, que modifico de la manera siguiente
(El Oficial, señor Villar, leyendo):

“No se considerarán como partidos políticos o grupos independientes, a los efectos de esta Ley, las agrupaciones constituidas exclusivamente por individuos de una sola raza o color”,

Y, continuando en el uso de la palabra, debo hacer presente al señor Laguardia, que el lugar que deba ocupar esta enmienda o artículo adicional, no importa a la discusión del asunto; lo que importa es que se discuta y se acepte el principio sustentado en la enmienda del señor Morúa Delgado; y esta enmienda puedo aceptarse como párrafo adicional, sin número, del artículo 17 que índica el señor Morúa Delgado, o del 99, que trata de la presentación de los candidatos o grupos independientes, o puede aceptarse como un artículo independiente, como precepto general, sin necesidad de adicionarlo a ninguno de los artículos que hoy tiene la Ley. Lo que interesa es que si la mayoría del Congreso entiende que es saludable y conveniente poner un dique a cierta propaganda perjudicial y perturbadora a la paz social, lo haga a conciencia, teniendo en cuenta que las medidas que tome están dentro del espíritu y letra de la Constitución y están también dentro del espíritu y de la conciencia nacional cubana, que quiere perdurar por encima de banderías y colores.

SR. LAGUARDIA : Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Laguardia.

SR. LAGUARDIA : Insisto en mis manifestaciones anteriores. Respecto al fondo de las razonas expuestas por los señores Morúa Delgado y Gonzalo Pérez no tengo nada que decir, estoy enteramente conforme con ellas; entiendo que es perjudicial é inconveniente la existencia de esas agrupaciones, y, que ponen en peligro la nacionalidad; pero entiendo también que es inconstitucional el que se prohíba al pueblo o a una parte del pueblo hacer uso de un derecho que la Constitución le reconoce.

La Constitución dice que se prohibirán las agrupaciones para fines ilícitos, y esa agrupación no persigue ningún fin ilícito. Yo llevo mis convicciones a tal extremo que entiendo que si el negro se considera superior a nosotros porque entiende que sus hombres son más ilustrados que los nuestros y porque crean tener mayor número de votos, y se cree por ello con derecho a gobernarla República de Cuba, tiene también el derecho de constituirse en partido político, y, si gana las elecciones, a gobernarnos. Ese es mi modo de pensar. Entiendo que ellos ejercitan un derecho legítimo, reconocido por la Constitución, al agruparse y expresar sus pensamientos libremente, para fines lícitos, dondequiera que les convenga. Eso que nosotros consideramos perjudicial y que puede dar lugar a que se pierda la República, no sería porque el principio fuesemalo, sino porque unos y otros no supimos respetarnos ante el triunfo. Es justo que los cubanos nos preocupemos de ello y tratemos de ponerle remedio; pero el que se va a emplear es peor que la enfermedad.

Yo estoy dispuesto, como lo he dicho muchas veces por medio de la palabra y de la prensa, a sostener donde quiera que sea necesario, que ese sentimiento de raza es peligrosísimo, es funesto para el país; pero de la misma manera sostengo que es violar la Constitución, que es precipitar los sucesos, el dictar una Ley prohibiendo al negro constituirse en partido político y por virtud de la cual se autorice al Ejecutivo para utilizar la fuerza en contra, de los que para esos fines se congreguen, si hay hombres que deseen reunirse en tal sentido y formar una agrupación ; teniendo como tienen ese derecho reconocido por la Constitución, de ningún modo puede quitársele por medio de una ley; con ello daríamos lugar a que esos individuos, no teniendo ya un terreno legal, franco, donde moverse, se lanzaran al de la violencia. Ese es mi temor. Yo lo único que quiero es que se respete el derecho de cada uno. Yo entiendo que los negros tienen derecho a constituirse en partido político, aunque también creo que eso es perjudicial para ellos; pero reconozco que nosotros no tenemos derecho para cohibirlos de esto, porque están al abrigo de la Constitución. La Constitución se refiere a privilegios, y ese no es un privilegio. Por eso, pues, respetando y celebrando extraordinariamente los móviles que impulsan a los señores Morúa y Gonzalo Pérez, me atrevo a rogar al Senado que piense detenidamente esta cuestión; que crea, como yo creo, que el remedio que se indica no es el conveniente, sino al contrario, que será perjudicial.
He dicho.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : Tiene la palabra el señor Cisneros.

SR. CISNEROS: Yo estoy acostumbrado a llamar al pan pan y al vino vino. Nuestra Constitución es bien clara y terminante: el derecho de emitir el pensamiento es libre para todos los ciudadanos de la República, sean negros, blancos o chinos. Cada uno tiene su cabeza para pensar; y de consiguiente como ha dicho muy bien el señor Laguardia, si ellos tienen mayoría de votos para formar el Gobierno, debe aceptarse así, y ser nosotros gobernados por los negros.

Yo siento que esta cuestión se haya traído aquí, porque creo que no hay necesidad. Si los negros están en contra de los blancos, como se supone, no hay cosa más fácil que hacerlos desistir de eso por medio de la prensa, por medio de la palabra, o por cualquier otro medio. No es posible que yo vaya en contra de la Constitución, y pido que caso de llevarse esto a efecto, se revise la Constitución.

SR. ALEMÁN: Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : La tiene el señor Alemán.

SR. ALEMÁN : Para decir a la Presidencia que no tenemos quorum.

SR. PRESIDENTE (RECIO) : Sírvase el señor Oficial pasar lista.
(El Oficial de Secretaria pasa lista).
No habiendo quórum, se levanta la Sesión.
(Eran las seis y quince).

 

Documento: Enmienda Adicional al Artículo 17 de la Ley Electoral

Presentada al Senado el 11 de febrero de 1910 por Martín Morúa Delgado.
www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/la-matanza-de-oriente-34674/documento-enmienda-adicional-al-articulo-17-de-la-ley-electoral-34678

"Por cuanto: La Constitución establece como forma de gobierno la republicana; inviste de la condición de cubanos a los africanos que fueron esclavos en Cuba, y no reconoce ni fueros ni privilegios personales;

Por cuanto: la forma republicana establecida por la Constitución instituye al gobierno del pueblo para el pueblo, sin distinción por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional;

Por cuanto: los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia a constituir por sus propios miembros el gobierno que desarrolle en el país sus doctrinas políticas y administrativas;

El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución y a la práctica del régimen republicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene el honor de proponer al Senado la siguiente Enmienda Adicional al Artículo 17 de la Ley Electoral.

No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional.

Senado, once de febrero de mil novecientos diez. Martín Morúa Delgado".

 

Links/Enlaces top

The 1912 Massacre

Delgado, Martín Morúa (1856-1910)
www.blackpast.org/?q=gah/delgado-martin-morua-1856-1910

Morúa y la matanza de 1912
Dimas Castellanos, Consenso, 2007 (dissident publication)

No fueron entonces la Enmienda Constitucional sino la desatención de la agenda de los negros y el empleo de la violencia verbal o física para dirimir nuestras diferencias los factores que condujeron al mar de sangre de 1912. Un hecho que encierra una enseñanza de vital importancia para nuestra historia: la solución de los conflictos están y estarán condenados al fracaso si no desterramos definitivamente el uso de la violencia como método político para alcanzar los fines propuestos.

 

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